Barcelona: 93 206 51 51 Madrid: 91 591 33 05 info@itaeempresas.com Lunes - Viernes 9:00 - 21:00
Barcelona: 93 206 51 51 Madrid: 91 591 33 05 info@itaeempresas.com Lunes - Viernes 9:00 - 21:00

Claves para que los valores personales sean un valor para tu empresa

Claves para que los valores personales sean un valor para tu empresa

Claves para que los valores personales sean un valor para tu empresa

Todos tenemos valores y normalmente, los trasladamos de forma implícita o explícita a nuestro trabajo, pero ¿somos conscientes de ellos?

Itae empresa te guía para reconectar con tus valores y descubrir sus beneficios en el ámbito laboral y personal.

  1. Los valores en la empresa

Cuando hablamos de valores en la empresa, solemos pensar en los que priman para el buen funcionamiento de la organización en la que trabajamos. Entre ellos suelen destacar el compromiso, la puntualidad, responsabilidad… Sin embargo, tomar consciencia de cuáles son los valores personales que nos guían y motivan en nuestro día a día laboral, no siempre es tan fácil y sin embargo, para que los valores adquieran todo su valor, hay que ser conscientes de ellos.

De hecho, cuando obviamos nuestros valores personales o éstos pasan a un segundo plano, podemos perder de vista fácilmente el motivo por el que trabajamos ahí. Es probable que éste se acabe reduciendo a la idea de ganar un sueldo a fin de mes y poder disfrutar de unas merecidas vacaciones. Pero el trabajo es mucho más. Dónde trabajamos, qué hacemos, y cómo lo hacemos, depende en gran parte de nuestros valores.

Por eso, cuando nos apartamos de ellos durante un tiempo comenzamos a sentir un vacío, una inquietud o una pérdida de interés que acaba repercutiendo en nuestro propio bienestar y a la calidad de nuestro trabajo. En tal caso es habitual que suframos un estado de ánimo depresivo, desmotivación e incluso estrés o crisis de ansiedad. Y es normal.

Hay que tener en cuenta que una gran parte de nuestra vida se circunscribe a la labor que realizamos, y es donde tenemos una gran oportunidad de conectar con aquello que nos importa. Cuando somos conscientes del sentido que tiene para nosotros lo que hacemos, y en qué detalles se refleja, lo haremos con pasión, con cariño, y nos daremos cuenta de que las cosas fluyen con facilidad, permitiéndonos ser más proactivos y creativos en las soluciones que ofrecemos. Sentiremos que en ese momento no estamos trabajando, sino, que estamos desplegando nuestras virtudes de manera orgánica, sin forzar.

  1. Beneficios de conectar con aquellos valores que realmente te importan

Cuando hacemos revisión y nos preguntamos con honestidad cuáles son nuestros valores personales nos daremos cuenta de que, de alguna forma, pueden aflorar a través de nuestro trabajo enriqueciendo no sólo éste, sino, a nosotros mismos. Cuando recordamos por qué hacemos lo que hacemos, de manera independiente al sueldo o a una obligación, es cuando recordamos nuestro propósito.

Si tenemos presente nuestro propósito en nuestra actividad cotidiana, conectaremos con aquello que nos motiva y nos hace sentir realizados. Esta es la clave para no caer en la rutina o el trabajo mecánico.

Para ello nos podemos preguntar: ¿Qué me llevó a realizar el trabajo que hago?

Es cierto que a veces el destino te lleva por lugares insospechados, pero seguro que no estarías ahí si el trabajo fuera totalmente en contra de tus valores. Por eso, tomar consciencia los valores que nos mueven es tan importante, porque nos sirven de guía para nuestras acciones. De la misma forma, recordarlos y tenerlos presentes en nuestro día a día, nos ayudará a revitalizarlos y a traerlos a nuestra actividad cotidiana, evitando la frustración que produce alejarnos de ellos.

  1. Revitaliza tu propósito

Adam Leipzig, profesor de la escuela de negocios de la universidad de California, descubrió en una charla informal con sus compañeros de la universidad de Yale, según expone en el vídeo de Ted Talks, que las personas más felices tienen algo en común: conocen su verdadero propósito en la vida, es decir, qué hacen y por qué lo hacen.

Ahora nos demuestra cómo podemos descubrir todos, cuál es nuestro propósito de vida respondiendo a cinco sencillas preguntas.

¿Estás preparado para realizar el experimento?

1º La primera pregunta es:
¿Quién eres?

Si tenemos en cuenta que todos conocemos nuestro nombre pues… ¡ya tenemos la primera cuestión resuelta!

Ahora apenas habrá que responder a cuatro más.

2º La segunda:
¿Qué haces?

Piensa aquello que te encanta hacer, dentro de tus tareas laborales (o fuera de ellas si no trabajas o estás tratando de encontrar tu vocación).

Puede ser cocinar, escribir, hablar, enseñar, bailar…

Si te vienen a la cabeza demasiadas cosas puedes acotar pensando; ¿En qué me siento realmente cualificado para enseñar a otras personas?

Busca una respuesta de una o dos palabras aproximadamente.

3º La tercera pregunta:
¿Para quién lo haces?

Piensa en aquellas personas por las que lo haces, a las que diriges aquello que haces.

4º Pregunta. Llegamos así a la cuarta cuestión:
¿Qué quieren o necesitan esas personas que han acudido a ti para que les des aquello que haces?

Descríbelo en una o dos palabras.

5º Pregunta. Y así llegamos a la mejor pregunta de todas:
¿Cómo cambian o se transforman esas personas como resultado de lo que les das?

¡Pues ya lo tenemos!

Ahora sólo queda unir esas palabras que has encontrado en una oración, por ejemplo, soy Antonio, administrador de fincas, me dirijo a comunidades de vecinos que quieren vivir más cómodos y en armonía, así viven más a gusto en su casa mejorando la relación con sus vecinos.

Pero, ¿Por qué estas preguntas son tan poderosas?

Porque numerosas investigaciones han demostrado dos cosas:

La gente que tiene más éxito en lo que hace, es aquella que se centra más en qué hacen por los demás, que en lo que hacen por sí mismos.

La gente más feliz, es la que se asegura de hacer felices a los demás, haciéndoles sentirse cuidados y seguros porque entienden que si lo hacen, ellos también serán cuidados.

Entonces, si tenemos en cuenta que de las cinco preguntas sólo dos son acerca de ti mismo, mientras que las otras tres son sobre los demás – Quiénes son, qué necesitan, y cómo cambia la gente gracias a lo que les das- comprenderemos el poder de estas preguntas; Efectivamente, son preguntas que te obligan a mirar hacia el exterior.

Para finalizar, te puedes premiar por el buen trabajo que has hecho respondiendo a estas cuestiones, guardándote una respuesta que te servirá de comodín para cuando te pregunten; ¿Y tú, qué haces?

Esta pregunta que a veces resulta incómoda porque estás por ejemplo en un momento de tu vida de transición, o te sientes vulnerable, o no está muy definido lo que haces, o lo que pareces estar haciendo no es lo que realmente haces, o porque por lo que te pagan por hacer no es lo que realmente te define, tiene una sencilla respuesta: lo que pensaste acerca de la última pregunta, es decir, Cómo lo que haces cambia a las personas por las que lo haces.

Por tanto, en este caso la respuesta sería: Ayudo a la gente a que viva más a gusto en sus casas y mejoren su relación con los vecinos.

Otro ejemplo podría ser, si diseñas ropa, “ayudo a la gente a que se sienta cómoda y se vea bien”.

De repente esa frase se convierte en “tu frase de venta personal”.

Lo bueno es que siempre dará pie a iniciar una conversación, porque la persona a la que se lo digas te preguntará ¿Cómo haces para que la gente se sienta a gusto en sus casas y mejore la relación con los vecinos? Entonces podrás contarles y compartir tu propósito de vida.

  1. Cómo reconectar con los valores. (4 sugerencias que te ayudarán).

  1. Recuerda a las personas que te ayudaron para estar ahí.

Piensa en todas aquellas personas que han hecho posible que tengas ese trabajo, profesores, amigos de la carrera, compañeros de tu profesión, jefes… Recuerda a esas personas que de una forma u otra, han contribuido a que te puedas desenvolver en tu campo laboral y deja que te llegue la sensación de agradecimiento hacia ellos.

  1. Reconoce las virtudes de tus compañeros.

Pon tu mente en positivo, abandona los prejuicios, aparta lo que no funciona y piensa… ¿Qué virtudes valoro de mis compañeros? ¿Qué cualidades suyas ayudan a que todo funcione mejor? Debemos tener en cuenta que ver lo que falta, el error, lo que no nos gusta… es fácil, pero lo que funciona bien, al no incomodarnos, suele pasar desapercibido. ¡Pues es hora de empezarlo a valorar!

  1. Reconoce tus virtudes.

Piensa ahora, de todas las cosas que has hecho en tu trabajo, cuáles han producido mayor beneficio en algún sentido.

Intenta traer a tu mente aquellas cosas que hiciste de las que más orgullo sientes.

También te puedes preguntar qué cualidades o valores personales te han ayudado a superar los momentos difíciles en tu trayectoria laboral.

¡Poco a poco irás reconociendo aquello que valoras de verdad!

  1. Piensa qué virtudes quieres reforzar.

Ahora que tienes claras tus virtudes y las cualidades personales que más valoras, piensa qué tienes que hacer para tenerlas más presentes a lo largo de tu jornada laboral. Piensa también qué cosas tienes que dejar de hacer para que puedan aflorar esos valores que de verdad valoras.  Verás como recordarlo cada mañana te mantiene conectado con la vida y por supuesto, feliz en tu trabajo.

  1. ¿Qué valores ayudan en el trabajo?

Como hemos podido ver, no hay unos valores que se puedan marcar como “mejores”.

Lo importante no es pensar en qué valores debo adoptar, sino, en qué valores creo.

Van a acercarte a la plenitud laboral aquellos valores en los que siempre has confiado, que los vives como premisas que han de estar presentes en tu vida.

¿Te cuesta reconocer tu propósito laboral?

¿Sientes que tu propósito está alineado con tus valores?

¿Conoces a alguien que se encuentre perdido sin encontrar sentido a su orientación laboral?

  1. Contenido extra

Si te apetece profundizar en tus propios valores, te recomendamos que realices la Meditación para esclarecer los propios valores e intenciones. Te ayudará muchísimo

¡Anímate a revitalizar tus valores!