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Oportunidades que nos brinda la “nueva normalidad” en la empresa

Oportunidades que nos brinda la “nueva normalidad” en la empresa.

Las emociones también se “desescalan”.

Una cosa son las medidas que pueda tomar el gobierno, o los directivos de una empresa y otra la emociones que eso provoca.

Muchas de las personas que hoy vuelven a trabajar a un lugar físico, fuera de su hogar, llevan confinadas un largo periodo de tiempo. 

Como es sabido, durante esta temporada se ha requerido desplegar numerosos recursos personales para afrontar una compleja circunstancia. Ha habido pérdidas personales que han obligado a elaborar duelos en unas condiciones sin precedentes. Los cambios se han producido a tal velocidad que han incrementado radicalmente nuestra sensación de incertidumbre, se ha disparado un estado de alarma que ha puesto al descubierto nuestra vulnerabilidad, se ha bombardeado con una gran cantidad de información difícil de asimilar y se ha forzado a cambiar tanto los hábitos como nuestra manera de comunicarnos. Además, todo esto ha venido de la noche a la mañana, lo que ha generado situaciones difíciles de asumir.

Tampoco hemos mencionado las pérdidas económicas directas o indirectas, que están aún por valorar.

Durante esta coyuntura cada persona ha tenido que gestionar sus emociones como ha podido, y por lo tanto, cada una se encuentra ahora en un punto diferente de este proceso de adaptación a una realidad que se muestra tan cambiante como incierta. 

A esto se une el nuevo anuncio de la desescalada y la vuelta al trabajo, en algunos casos a un lugar físico fuera del espacio protegido que habíamos creado en la intimidad de nuestros hogares. Fue duro adaptarnos a ello, pero el confinamiento nos acogía en un entorno de seguridad que en muchos casos calmaba el miedo al contagio por covid-19 que podía manifestarse en muchas personas.

Cada uno de nosotros se ha acomodado a unos hábitos que calmaban este miedo. De hecho hemos vivido en ese contexto durante suficiente tiempo como para acostumbrarnos a ello. Pero ahora toca otro proceso, la vuelta a una nueva normalidad que vuelve a desestabilizar nuestra zona de confort y nos impulsa a adoptar nuevas medidas. Muchas personas se empiezan a preguntar en esta fase ¿qué me puedo esperar y cómo me voy a sentir?

Resulta obvio que la adaptación ha de ser progresiva, igual que la desescalada, y que las emociones han de estabilizarse poco a poco para conseguir hacer frente a las demandas que nos trae la vida de manera satisfactoria.

¿Qué puedo esperar sentir durante la nueva normalidad en la empresa?

Lo primero que debemos contemplar es que cualquier emoción que surja es lícita. Quizá lo más importante aquí es observar de una manera abierta y sin ánimo de enjuiciar lo que sentimos, tomando consciencia de ello y aceptándolo como parte natural de una realidad que nos desconcierta. Poco a poco nos iremos acostumbrando a ella, ya que el ser humano cuenta con una capacidad de adaptación muy eficaz, pero debemos darnos tiempo.

Necesitamos tener en cuenta que cada persona tiene una manera de interpretar la realidad. Es muy difícil ser totalmente objetivos y contar con todos los datos como para hacernos una idea totalmente ajustada a la realidad. Por eso cada uno impregna sus emociones con unas ideas derivadas de la interpretación que hace de la realidad, lo que da lugar a un abanico con muchos colores.

Unos estarán contentos de poder comenzar de nuevo con su tarea laboral, otros tendrán miedo y no querrán ir, otros sentirán enfado por que piensen que las cosas deberían hacerse de otra manera… el caso es que no podemos dar por hecho ni cómo nos vamos a sentir nosotros ni cómo se van a sentir las personas con las que estamos tratando.

Hay que poner en perspectiva que cada uno ha vivido experiencias distintas, y que a cada persona con la que tratemos le ha tocado la pandemia de una forma, por lo que es normal que no miremos con los mismos ojos cada detalle.

Esta es la razón por la que no debemos sorprendernos de que nuestros compañeros nos salgan con cosas que no nos esperamos. Incluso con ideas opuestas a las que solían defender. Hay que asumir que lo que hemos vivido, de alguna manera nos ha cambiado a todos, seamos conscientes de ello o no. Por eso tampoco debemos sorprendernos si nosotros mismos esperábamos adaptarnos de una manera a la vuelta al trabajo y sin embargo nos surgen emociones que no esperábamos ¡es una fase de adaptación! No te desesperes.

¿Qué oportunidades me ofrece la nueva normalidad?

Como podrás imaginar, pese a las dificultades y peculiaridades que representa todo lo que estamos mencionando, una situación de cambio de tal magnitud, lleva implícita la oportunidad. Esta será mayor a medida que nuestro enfoque se mueva desde la pregunta ¿cómo puede ser que nos toque pasar por esto? A ¿qué podemos hacer ante esto que nos toca pasar?

Si bien es cierto que quizá no veamos unos resultados inmediatos, a la larga, si hemos gestionado bien la situación trabajando en equipo, mirando por el bien global, respetando la individualidad, anticipando las dificultades… podremos recoger la fidelidad de los trabajadores, la implicación del equipo o la creatividad que permite encontrar soluciones y nuevas vías de mantenimiento, entre muchas otras cosas.

Es decir, el trabajo emocional que implica este tránsito puede ayudar a la empresa a consolidarse, a madurar y a evolucionar, permitiendo que se quede atrás lo que no funciona y que se acojan nuevos procedimientos más eficaces, ahora que se impone la novedad.

A nivel individual también nos supondrá una oportunidad para desarrollar nuestra resiliencia, es decir, nuestra capacidad para afrontar con éxito cualquier situación difícil que se nos presente en la vida. Sin lugar a dudas, esto constituye un entrenamiento.

Pautas para afrontar con éxito la nueva normalidad

Como decimos, la adaptación es un proceso gradual con el que tenemos que tener paciencia. A veces notaremos avances, pero no siempre serán lineales. Vendrán noticias, hechos, personas, u otras circunstancias que nos desestabilicen. Eso es parte del camino, pero hay que recordar que cada paso que se da se queda grabado en nuestra memoria. Esto hará que la próxima vez te sea más fácil recuperarlo que la primera vez.

En cualquier caso, sabemos que contamos con técnicas, recursos, herramientas o pautas que nos pueden ayudar en cualquier momento. Aquí vamos a exponer algunas.

  1. Acepta tus emociones

Como hemos dicho, van a aparecer emociones de todo tipo. Algunas nos ayudarán y motivarán para afrontar esta etapa, como puede ser la esperanza, la ilusión, la alegría… pero otras nos sorprenderán negativamente, como puede ser el temor, la tristeza, la rabia…

Aunque estas últimas no nos gusten tanto, también tienen su razón de ser. A veces nos impulsan a defender nuestros derechos, a hacer una parada para coger fuerza o a indicarnos que debemos dar un cambio. Lo suyo por tanto, es no criticarnos a nosotros mismos por lo que sentimos y aceptar con amor cualquier emoción que surja, aunque ponga al descubierto nuestra vulnerabilidad. También debemos entender así las de nuestros compañeros o trabajadores del equipo que dirigimos. 

Otra cosa es lo que hacemos con ellas una vez que nos hemos calmado y que podemos poner perspectiva. Si trabajamos con las de uno mismo, podemos observar lo que sentimos y descubrir qué mensaje nos da esa emoción. Si estamos lidiando con las de algún compañero, podemos comentarlo posteriormente de manera asertiva y expresar cómo nos afecta su actitud, o cómo afecta al equipo.

No pierdas la oportunidad de utilizar este momento como un ejercicio de autoconocimiento. Pocas situaciones te van a ayudar tanto a hacerlo.

  1. Comunícate de manera asertiva 

Como vemos, puede haber momentos en que surja el conflicto. Es normal ¡las emociones están a flor de piel!

La manera de resolverlos pasa necesariamente por promover una actitud asertiva en la que las personas implicadas puedan expresar, en un entorno de calma y respeto, sus razones.

Para ello hay que recordar que muchas veces debemos esperar a que todos se calmen antes de iniciar una conversación de este tipo. 

Lo que no nos va a ayudar es esconder los conflictos, esperar a que se resuelvan solos o negar que han tenido lugar. A los conflictos, igual que a las emociones, hay que atenderlos.

Si adoptamos esta actitud asertiva que nos permite expresar lo que sentimos, necesitamos o pensamos de manera respetuosa, escuchando también la otra parte, nos daremos cuenta de que las relaciones se vuelven más sólidas, transparentes, comprensivas, colaboradoras o dispuestas a buscar soluciones.

No pierdas la oportunidad de convertir el conflicto en un camino para la cooperación.

  1. Flexibiliza tus expectativas

Es probable que en un principio las cosas no salgan como nos gustaría. Son muchos los consejos, las presiones, las nuevas normas, y queremos que todo salga bien, pero inevitablemente, esto es un campo de pruebas ensayo-error en el que estamos para aprender.

En lugar de marcarte unos objetivos fijos, valora los pequeños pasos, y transmite a tu equipo esta manera de verlo. Expresa las cosas de las que os podéis sentir orgullosos en lugar de remarcar lo que se ha hecho mal.

Poco a poco podéis investigar nuevas vías para solventar los problemas que están surgiendo. No pierdas esta oportunidad de hacerlo desde un enfoque de aprendizaje continuo que os motive a mejorar cada día.

  1. Recuerda que todo es pasajero

Quedarnos instalados en la queja de que ha cambiado todo y que nunca volverá a ser como antes nos bajará el ánimo drásticamente. Aceptar la realidad de que todo cambia, momento a momento y que no sabemos lo siguiente que vendrá, nos ayudará a afrontar los cambios.

Nos convendrá abrirnos a cada instante si lo tomamos como una fase, que como tantas otras, volverá a cambiar. Esta idea nos permitirá ver las cosas de manera objetiva.

Por otro lado, mantener la esperanza y confiar en que vendrán tiempos mejores, es una garantía para mantenerse con un estado de ánimo alto.

Aprovecha esta oportunidad para disfrutar de lo mejor que te ofrece el “aquí” y “ahora” desarrollando tu capacidad para observar lo que te ofrece el momento presente.

  1. Céntrate en lo que sí puedes hacer

Pese a las trabas que nos encontremos siempre hay cosas que podemos hacer. Para ello es probable que tengas que mirar con otros ojos, buscar nuevas alternativas, probar con cosas que habías desterrado. Saca del cajón antiguos proyectos que aparcaste por falta de tiempo, o prueba con cosas nuevas que te puedan llevar a otros escenarios. Nunca se sabe por dónde se pueden encontrar los mejores resultados. Lo que sí sabemos es que estancarse en lo difícil que es avanzar, en que probablemente el esfuerzo no sea recompensado o que quizá no sea el momento para desplegar todos los recursos roba la energía tanto a nivel individual como al equipo.

Por esta razón es importante centrarse en lo que sí podemos hacer y apartar así de nuestra cabeza ideas que nos frustran. A través de la acción lograrás la concentración que necesitas para avanzar. 

Aprovecha esta oportunidad para inmunizarte ante la desmotivación y desarrollar una actitud proactiva.

  1. Agárrate a lo que siempre tendrás

Ante esta nueva realidad es fácil caer en pensamientos que pueden frustrarnos, hacernos pasar por comparaciones acerca de lo que teníamos antes y lo que tenemos ahora, dudas acerca de si todo cambiará para siempre, o si no podremos volver a vivir ciertas cosas que nos gustaban.

Este tipo de pensamiento también se puede trasladar a la empresa, apuntando a lo que se había invertido en hacer algo que ya no podrá ser rentabilizado tal y como lo habíamos previsto, o con el temor de que las cosas no fluyan como antes.

Pase lo que pase, es necesario saber que hay cosas a las que nos podemos agarrar y que siempre van a estar ahí.

Podemos por tanto compartir frases que ayuden a valorar aquello en lo que nos podemos apoyar. Algunas de ellas pueden ser “quizá no obtengamos los mismos resultados, pero siempre tendremos un equipo en el que apoyarnos”  “puede que no veamos las cosas claras, pero juntos podemos buscar nuevos caminos usando nuestra creatividad”.

A nivel individual también podemos apoyarnos en frases como “pase lo que pase, siempre contaré con el apoyo de mi familia”. 

Estas frases pueden ser utilizadas como mantras, o colgarse en algún lugar visible de la oficina. Si es así, sería recomendable haberlas buscado entre todos para que tengan más potencia. De esta forma puedes proponer que cada uno escriba la suya en una pizarra. Así todos las podréis ver y recargaros de fuerza cuando lo necesitéis.

No pierdas esta oportunidad de buscar soportes desde los que crecer.

Esperamos que nuestras ideas os resulten valiosas. Ánimo con la adaptación.

La nueva normalidad en la empresa